miércoles, 7 de noviembre de 2007

Ayudar al alcohólico

Para muchas familias no es un secreto que algún familiar tenga problemas con el alcohol ya que los síntomas pueden ser notables. Pero en ciertos casos puede que un miembro de la familia sea alcohólico sin que el resto de la familia se dé cuenta. Por eso es necesario estar pendiente de ciertas señales que indican problemas con el alcoholismo:

Sentir la necesidad de beber a la hora de comer.
No poder estar en una reunión social sin beber.
Mentir sobre cuánto bebe.
No recordarse de conversaciones.
Olvidar compromisos o faltar con exceso a la escuela o el trabajo.
Tener alcohol en lugares no comunes como el auto o en el trabajo.
Reunirse con amigos o familiares que beben frecuentemente.
Cambios repentinos de personalidad.
Problemas de ansiedad.
Nausea, vómitos o escalofríos.
Ojos rojos o dilatados.
Falta de higiene y olor a alcohol.
Silencio o problemas con el habla.
Pasar mucho tiempo a solas.


Las consecuencias del abuso del alcohol son muchas y afectan a todos los aspectos de la vida. Algunos de los efectos negativos del alcoholismo son:


Salud

Daño al hígado
Pérdida de células cerebrales
Gastritis y úlceras
Presión alta
Daño al sistema nervioso
Deficiencia nutricional y falta de vitaminas
Obesidad
Problemas de la piel
Infertilidad
Inflamación del páncreas
Ataque de corazón
Cáncer
Deformaciones en los hijos
La muerte o daño cerebral por intoxicación
Lo emocional

Inestabilidad emocional; altos y bajos
Ansiedad
Irritabilidad y mal carácter
Enojo
Frustración
Dificultad en dormir
Predisposición a la violencia
Depresión
Suicidio (2 de 3 suicidios están relacionados con el consumo de alcohol)
Hogar

Falta de atención a los hijos
Problemas y pleitos en el matrimonio
Falta de interés en cuanto a hacer actividades en familia
Rencor en la familia
Hijos que huyen del hogar
Hijos que aprenden a beber
Violencia en el hogar
Separación
Divorcio
Lo Espiritual

Descuido de las cosas espirituales, como lectura bíblica, oración o asistencia a la iglesia.
Substituye a Dios con el alcohol ya que el adicto confía en el alcohol en lugar de confiar en Dios para sentirse bien o para lidiar con problemas.
La persona afectada se auto-justifica y comienza echar la culpa a Dios por las consecuencias negativas que le ha traído el alcohol.
Se vive una vida egoísta donde la prioridad no es obedecer u honrar a Dios sino el seguir bebiendo.
El auto-control es afectado y esto muchas veces conduce a otros pecados como el robar, la mentira, la violencia, la fornicación, etc.


Si usted sabe o sospecha que alguien en su familia tiene problemas con la bebida, es importante que sepa qué hacer para ayudarlo. Igual de importante es el saber qué no hacer, ya que a veces en lugar de ser de ayuda podemos empeorar la situación. Por lo cual recuerde lo siguiente:

No encubra o ignore el problema pensando que las cosas cambiarán por sí solas.
No haga excusas para justificar ante otros el comportamiento de la persona alcohólica.
No deje que la vergüenza o la pena de "qué dirán los demás" lo detenga de buscar ayuda para su ser querido.
Sepa que los regaños y los gritos no necesariamente son de ayuda ya que puede empeorar el problema para una persona que bebe por razones de una baja autoestima o ansiedad.
Si el alcohólico se encuentra en apuros económicos por el vicio, no le preste ni regale dinero ya que esto puede facilitar su adicción.
No espere que el alcohólico busque ayuda por sí mismo. Cuando la adicción esté muy avanzada la persona enviciada difícilmente va a poder salir del vicio sin la ayuda de otros.


El vicio del alcohol es algo que si se puede vencer. Hay muchas cosas que usted puede hacer para ayudar a su ser querido:

Confronte al alcohólico de una manera firme pero con amor. Dígale que lo ama pero también que ha notado que existe un problema.
Ofrézcale su tiempo para que le pueda expresar a usted por qué está bebiendo.
Ofrézcale su tiempo para que le pueda expresar a usted por qué está bebiendo.
Participa en descubrir los factores que incitan a que la persona beba.
Trate de alejar a la persona de lugares donde venden o consumen alcohol y de las amistades que beben.

El alcohol en la sociedad

En nuestro país, el alcohol es una droga de consumo tradicional, que ocasiona efectos importantes sobre la salud y numerosos problemas sociales y económicos.
España ocupa la tercera posición mundial en producción de alcohol originando esto importantes implicaciones tanto en el ámbito cultural, como en los hábitos de consumo y de diversión de la población, así como en la forma de percibir el consumo y los problemas ligados al uso y al abuso del alcohol.

Para el colectivo de jóvenes el alcohol es la droga preferida. En realidad, los adolescentes consumen alcohol con mayor frecuencia y en mayores cantidades que todas las otras drogas ilícitas combinadas. A pesar de que la mayoría de los niños de entre 10 y 14 años no han comenzado a beber aún, el inicio de la adolescencia es un periodo de especial riesgo para comenzar a experimentar con el alcohol.

Hoy en día muchos jóvenes tienen mayores oportunidades y disponen de más ingresos, pero son más vulnerables a las técnicas de marketing y ventas, cada vez más agresivas en los productos de consumo y sustancias potencialmente peligrosas como el alcohol. Al mismo tiempo, el predominio del libre mercado ha erosionado las redes de seguridad de la salud pública existentes en diversos países y debilitado las estructuras sociales para la juventud.

En las dos últimas decadas se han producido, entre los jovenes españoles, cambios importantes en los patrones de consumo de alcohol que son reflejo de las profundas transformaciones sufridas por la sociedad española en relación con el mundo de las drogas. A nivel epidemiológico la relevancia del alcohol se encuentra, no sólo en el hecho de que sea la droga más consumida por los adolescentes y jovenes, sino en la importancia que ha adquirido su consumo en el tiempo de ocio del colectivo joven, además de ser sustancia de referencia en las relaciones de los jóvenes con las drogas. De esta forma, el alcohol se ha convertido en un elemento básico de la cultura juvenil y de sus formas de ocio.
Algunos de los factores que más han contribuido a la generalización del consumo de alcohol es la existencia de todavía una gran tolerancia social y la escasa percepción del riesgo asociado a la ingesta de bebidas alcohólicas.

La asociación entre la diversión y el alcohol y otras drogas es un fenomeno generalizado en Europa.

Las principales tendencias en los patrones de consumo de alcohol entre los jovenes son la mayor experimentación con el alcohol entre los niños y el aumento en los consumos de alto riesgo como consumos excesivos en cortos periodos de tiempo y de "borracheras", especialmente entre adolescentes y adultos jóvenes, y en la mezcla de alcohol con otras sustancias psicoactivas (policonsumo). Entre la gente joven hay claros vínculos entre el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales.

Los jovenes son más vulnerables a sufrir daños físicos, emocionales y sociales derivados de sus propios hábitos o de los hábitos de beber de otras personas. Hay fuertes vínculos entre consumos de alto riesgo, violencia, comportamientos sexuales de riesgo, accidentes de tráfico y otros accidentes, incapacidades permanentes y muerte. Los costes sanitarios, sociales y económicos de los problemas relacionados con el alcohol entre la gente joven imponen una carga importante sobre la sociedad.

La salud y el bienestar de mucha gente joven en la actualidad están siendo seriamente amenazados por el uso del alcohol y de otras sustancias psicoactivas.

Por todo ello, deben ser tareas urgentes para la familia, la escuela y el conjunto de la sociedad el impulsar la prevención desde edades tempranas y reducir la tolerancia hacia su uso.

Diferencia entre el abuso de alcohol y alcoholismo

El abuso de alcohol no incluye, a diferencia del alcohólismo, el deseo o la necesidad compulsiva de beber alcohol, la pérdida de control o la dependencia física. Además, el abuso de alcohol es menos probable que incluya síntomas de tolerancia.

El abuso de alcohol es definido como un patrón de consumo de bebidas alcohólicas que es acompañado por una o más de las siguientes situaciones en un periodo de 12 meses:

- No cumplir con responsabilidades mayores de trabajo, de la escuela o del hogar.

- Beber alcohol durante actividades que son físicamente peligrosas.

-Tener problemas frecuentemente relacionados con el alcohol (violencia física, arresto, etc.).

- Continuar bebiendo a pesar de tener problemas constantemente al relacionarse con otras personas que son causados o empeorados por los efectos del alcohol.

Actuar sobre el problema del alcohol en los jóvenes

Como actúar sobre el problema
Es importante no considerar de forma aislada a los jóvenes del contexto social en que se desenvuelven, sino a ambos conjuntamente, para tener siempre presente los respectivos elementos del sistema: jóvenes, familia, escuela, y barrio o municipio y actuar conjuntamente sobre todos ellos.
Así podíamos considerar diferentes actitudes o pautas de actuación frente al problema, entre los que destacarían:

Diseñar programas de educación, en los que se incida no sobre los efectos negativos del consumo alcohólico, sino sobre los efectos positivos del no consumo, este pequeño matiz, haría que las medidas tuvieran una mejor acogida general y una mayor eficacia.
Orientar las actuaciones en el nivel educativo cuestionando y delimitando los efectos positivos del alcohol, que es el conjunto de creencias más desarrollado. Se debe partir de una información realista, que sitúe en su término más justo los "efectos reforzantes" del alcohol, pero que también muestre sus límites. Además existen una serie de creencias erróneas respecto al alcohol (aumento de la potencia sexual, modo de combatir el frío, o como utilidad terapéutica), transmitidas de generación en generación que necesitan ser desmontadas.
Desarrollar programas de entrenamiento en habilidades sociales, para actuar principalmente en la preadolescencia, antes de que se instaure el consumo habitual de alcohol, para ayudar a esta población a hacer frente a la enorme presión que el grupo ejerce sobre aquellos que no beben. Para ello se debe formar a profesores del sistema educativo, educadores de calle, animadores sociales, etc.
Hay que utilizar medidas eficaces que no tienen porque ser las más costosas. Hacer más baratas las bebidas no alcohólicas, ya que actualmente es más barato consumir una bebida alcohólica que un refresco, así como potenciar bebidas exóticas con menor o nulo contenido alcohólico pero "que entren por los ojos" a los jóvenes.
Conseguir imponer líneas de trabajo que logren que la edad de inicio del consumo habitual de alcohol se retrase lo máximo posible, lo cual tendrá una incidencia importante en la prevención de los consumos problemáticos del alcohol.
Formular objetivos para evitar la desconexión de los adolescentes de los sistemas de contexto, sobre todo educativo, modificar las creencias de adolescentes y jóvenes sobre el alcohol, trabajando fundamentalmente sobre las motivaciones de consumo, o diseñar estrategias para reducir lo máximo posible el dinero que los jóvenes llevan encima los fines de semana.
Actuar sobre los espacios físicos por donde se mueve la juventud, revisando su diseño. Así podemos:

Ceder lugares donde creemos espacios lo más parecidos a los bares y ponerlos en manos de grupos o entidades no controlados por la Administración, que les dé más libertad.
Estimular programas que comporten la presencia de educadores en lugares que ellos frecuentan.
Obligar a los bares a crear espacios alejados de la barra y con un volumen de música reducido que permita la comunicación y la organización de actividades atractivas que concentren el tiempo de ocio y diversión.

Incidir en la importancia de la familia como factor regulador del consumo y como medio de información.
Por último, estimular el debate entre las diversas fuerzas políticas para la creación de diversos programas juveniles de control y prevención de las adicciones.

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